La complejidad del proyecto que sobrevivió a un huracán

En el año 2017, el huracán María de categoría 5 devastó la isla. Sin embargo, el proyecto solar San Fermín resistió al desastre, convirtiéndose entonces en un posible prototipo para el futuro de la energía solar en similares circunstancias.

La región de Loiza, al este de San Juan, sufre regularmente las consecuencias de huracanes, tormentas tropicales e inundaciones. Por este motivo, el proyecto, desarrollado en el año 2012 en colaboración con Uriel Renewables inc. y Coqui Power LLC, supuso todo un reto por su enorme complejidad.

Debido a la naturaleza específica del proyecto y a su ubicación, fue necesario planificar diseño e ingeniería para las condiciones climáticas particulares de la región del Caribe, que incluyen además, una variada diversidad de suelos. Se necesitó elevar entre 2 y 4 metros sobre el nivel del suelo las estructuras para los equipos eléctricos, protegiéndolas de las inundaciones y adaptándolas además para soportar vientos de hasta 260 kilómetros por hora.

La planta solar también fue diseñada para funcionar en un entorno eléctrico difícil, con 40% de sobrecorriente, problemas de control de voltaje y la necesidad de un sistema de almacenamiento de energía de respaldo, lo que lo convierte en el primer proyecto fotovoltaico en Puerto Rico que cumple con los requisitos técnicos de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE), permitiendo tanto la regulación de potencia activa como reactiva.

Además, la frecuencia eléctrica será ajustable y el voltaje puede ser modulado en el punto de conexión a la red para acomodar cualquier fluctuación repentina de la energía solar para satisfacer los requisitos de regulación de frecuencia y control de velocidad de rampa.

La instalación fotovoltaica tiene además, como característica única, su propia estación meteorológica de predicción que permite preparar la planta para aumentos o reducciones repentinas de la luz solar.